Aun te recuerdo
Madrid rendido ante
tu elegancia
Al final, tus pasos
inciertos
Envenenados de
esperanza
En tus últimas tardes
de verano
Cuando el calor
azotaba
Castigo de muerte en
mano
Tus dos únicas
palabras
¿De qué sirvieron tus
besos tristes
y tus oraciones?
No fueron sino en
vano
Aun te recuerdo
A las ocho levantada
Núcleo de energía
Que a cualquiera
desbordaba
La luz de tus ojos
Y de tu mirada
Las migas de pan a
los pájaros
Que volaban a tu
ventana
Nadie entiende,
abuela
Estos versos tristes
Porque no saben de
pérdidas
Ni de cicatrices
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