"Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás." René Descartes.

domingo, 10 de noviembre de 2013

He de decir...

He de decir que no están siendo días fáciles. Que a veces nos desesperamos por las tardes y que al filo de la noche nos cuesta conciliar el sueño. Hay días, días como hoy, en los que parece que hay una epidemia de hormonas revolucionadas en la ciudad.
He de decir que a todos nos ha atrapado un poco la locura de sentirnos ya tan cerca del final y a la vez tan cerca del comienzo. Que nos han entrado unas ganas terribles de crecer y marcharnos de casa, mudarnos a otro país, de vislumbrar días con más luz que estos en los que ahora tenemos que construir sueños y esperanzas y un futuro a todas luces incierto. He de decir que nos hemos vuelto todos un poco melancólicos, que los domingos nadie se quita el pijama, que twitteamos hasta la saciedad que nos aburrimos y que nos estamos ahogando en este mar de papel blanco y tinta, de subrayadores gastados. Que tememos fundirnos con el aliento de esos finales que están a dos semanas y que parecen tan lejos y a la vez tan cerca. Que pasamos de reír a llorar en cuestión de segundos, que no sabemos ya ni qué libro leer, ni qué música escuchar, ni qué tenemos mañana lunes a primera hora. y ¡oh, lunes! Y nos llevamos las manos a la cabeza porque nos espera otra semana más de dormir poco y estudiar mucho, otra semana más de ver la luz. La luz del año que viene, la luz de los dieciocho o los diecinueve, ¡qué más da! Y podremos por fin comprar el vodka barato que llevamos años comprando en el chino de la esquina, pero lo haremos legalmente, lo nunca visto antes. Y podremos votar y operarnos las tetas y la nariz y estaremos un año mas cerca de la muerte y de la libertad. Y todos planearemos el día en que podamos hacer la maleta y salir a toda hostia de aquí. Del sitio que nos ha visto crecer, de las mismas calles que llevamos recorriendo tantos años y que ya nos han aburrido. Y todos pensaremos en los demás y en qué será de ellos. Y en realidad, en realidad no nos importa qué les vaya a pasar o a dónde irán. Y si nos importa, si acaso nos quita el sueño, olvidémoslo, aceptemos que la vida separa irremediablemente a la gente y que hay gente nueva por llegar. Admitamos que en realidad las personas que nos importan las podemos contar con los dedos de las manos, ¡qué digo! con los dedos de UNA mano.


Y veréis que pronto nos vamos a pudrir y con qué esplendor renaceremos de nuestras cenizas.

P.