"Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás." René Descartes.

sábado, 16 de mayo de 2015

Derrotada valentía

De qué sirve, amiga mía

Sentarte a escribir poesía

A la luz de una vela

Si más allá de tus fronteras

Y de los cristales sucios de tu ventana

No te atreves a respirar el aire

Que por las rendijas se cuela



De qué sirve la promesa de un libro

De abrigarte hasta el amanecer

Si rehuyes asustada el contacto de otra piel

Si te dan miedo las sábanas revueltas

Y las promesas que sus ojos quieren hacer

Si te alimentas de la atención que nunca recibes

Si en declive están sus miradas muertas



De qué sirve tu talento

Tus relatos y tu poesía

De qué sirve tu narrativa

Tus discursos y tus ideas vivas

De qué sirven tus palabras

Si no te atreves, amiga mía

A leerlas en voz alta



lunes, 11 de mayo de 2015

Estos versos tristes

Aun te recuerdo

Madrid rendido ante tu elegancia

Al final, tus pasos inciertos

Envenenados de esperanza


En tus últimas tardes de verano

Cuando el calor azotaba

Castigo de muerte en mano

Tus dos únicas palabras


¿De qué sirvieron tus besos tristes
y tus oraciones?
No fueron sino en vano


Aun te recuerdo

A las ocho levantada

Núcleo de energía

Que a cualquiera desbordaba


La luz de tus ojos

Y de tu mirada

Las migas de pan a los pájaros

Que volaban a tu ventana


Nadie entiende, abuela

Estos versos tristes

Porque no saben de pérdidas

Ni de cicatrices



sábado, 2 de mayo de 2015

Burbujas.

Dieciséis burbujas chocan unas con otras en el salvapantallas del ordenador. Casi puedo oír ese sonido invisible que se dibuja en mi cabeza automáticamente cada vez que rebotan entre sí.

Boing.
Boing.
Boing.

Al cabo de un rato se cansan y la pantalla muere, hundiéndose en el negro uniforme.
Aparezco reflejada al instante, bolígrafo en mano y con el ceño fruncido. Llevo veinte minutos peleándome con los ejercicios de estadística y con mi indecisión.

Me vuelvo a preguntar:
"¿Qué harías si no tuvieras miedo?"

E inmediatamente obtengo mi respuesta.

Muevo levemente el ordenador y las burbujas vuelven a aparecer. Me recuerdan a las personas, vagando por la vida sin saber muy bien qué dirección tomar, impulsadas únicamente por la inercia de haberse chocado con otra burbuja.

Fuera sopla el viento y se está muriendo el día.
Habrá que echarle cojones al asunto. 

viernes, 1 de mayo de 2015

De novata

"Por fin hoy podemos decir que el final del camino es también el principio." Así terminaba aquel discurso de graduación de segundo de bachillerato que hace un año por estas fechas me aventuré a escribir para mi clase, aunque no a leer enfrente de decenas de personas (porque a pesar de que le he cogido el gusto a muchas cosas este año, hablar en público sigue sin ser mi fuerte).

Así le ponía el punto final a una etapa que ahora se me antoja curiosamente lejana. Pero aunque Sabina dice que "cuando al punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos" el amor se ha terminado, el amor por la vida no acaba nunca y la vida misma por ahora tampoco se detiene.
Mis dos puntos suspensivos son la universidad y el trabajo. Dos nuevos comienzos que abrieron de par en par las puertas de la edad adulta. Los primeros días soplaba mucho el viento y hacía un frío de la hostia.
Hoy el viento es brisa y a ratos brilla el sol, pero sigue dando miedo.

De novata he aprendido muchas cosas. Que se puede construir un grupo de amigos fantástico en tres meses y que las cosas a veces no son lo que parecen a primera vista. Que a veces te tropiezas con un modelo de amistad con el que nunca creías que podrías volver a tropezarte (Carmen, te quiero) y que te puede llevar por caminos que tú sola nunca habrías encontrado. Que mentir es un arte y decir la verdad todo un reto. Que atreverte a dar un pequeño paso puede desembocar en mil nuevas historias. En mil nuevas posibilidades. Que a veces golpes de suerte transforman pequeñas expectativas en grandes noches improvisadas. Que te puedes enamorar de quien no debes enamorarte, de la persona más inalcanzable y de la peor elección. Que un clavo siempre puede sacarse. Que siempre hay un lugar para regalar una flor. Que los hombres de traje (no los azul eléctrico, sino los trajes de verdad, esos oscuros que os quedan tan bien) con zapatos italianos y corbata son otro mundo. Que se nos cae la baba con ese mundo. Que hablar bien es todo un arte. Que se nos cae la baba con ese arte. Que comunicar es importante y que la palabra es un arma de cambio y de lucha. Que me da miedo. Que Huertas es un lugar fantástico para construir y destruir sueños. Que no me gusta demasiado la economía y que hay un lujo invisible en la base de cualquier evento al que asistimos, en las servilletas bien colocadas y en los cacahuetes y las patatas. Que hay ilustradores trabajando de mozos de almacén. Que poner copas puede ser divertido. Que los ricos no son siempre soberbios. Que con gente trabajadora se trabaja mejor. Que admitirte las cosas a ti mismo es a veces extremadamente difícil, pero que no sirve de nada seguir negando lo evidente. Que la sinceridad es un valor poco apreciado en esta sociedad y que crucificamos sin razón a aquellos que la llevan por bandera. Que sólo sé que no sé nada, y que los derepolistas intelectuales me gustan mucho, pero me minan la moral porque yo también quiero saber y no sé por dónde empezar. Que la niña y la mujer son la misma. Que la elegancia emana del interior de la persona y radica en su forma de comportarse. Que la sencillez es atractiva. Que el hecho de que estemos saliendo de la crisis se debe a que Mario Draghi está comprando deuda pública. Que mi bandera sigue siendo tricolor. Que mi corazón sigue estando a la izquierda. Que la sigo echando de menos. Que las muertes no se superan, sino que se aprende a convivir con el dolor. Que puedes hacer las paces con el pasado y que perdonarte a ti mismo es difícil, pero realizable. Que las amistades que son familia no se rompen a pesar del distanciamiento. Que sigo queriendo a Andrea como hace 15 años, cuando la conocí en nuestro primer día de infantil. Que me sigue dando pereza estudiar cualquier cosa que no sea filosofía. Que los libros siguen siendo mis mejores amigos. Que los chupitos de tequila no están tan mal. Que se me va el dinero en taxis a Sanse y que me muero por vivir en Madrid. 

Que para poder seguir caminando tienes que preguntarte a ti mismo ¿Qué haría si no tuviera miedo? Y que la respuesta que des entonces, es el camino a seguir.


Que puedo mentir en cualquier momento excepto cuando escribo.
Que sigo sin poder parar de poetizar la realidad.

Discurso de graduación IES Joan Miró 2014

¿Cómo puede ser una luz a la vez oscura y blanca? Esta paradoja es la que divisamos los alumnos de segundo de bachillerato al final de nuestro túnel. Al final de este curso lleno de interminables horas plagadas de apuntes, libros, ejercicios, trabajos y proyectos…hay un nuevo futuro que a la vez que nos da miedo, nos ilusiona. Es ilusión lo que nos empuja a estudiar por fin lo que queremos, a seguir formándonos como personas y a seguir aprendiendo.

Echando la vista atrás es imposible no recordar aquel lejano primer día en el que cruzamos la verja roja que separa el mundo exterior de esta pequeña ciudad que se ha convertido durante todos estos años en nuestro segundo hogar. Por aquel entonces éramos más bien “mochilas con patas” e íbamos de un edificio a otro sin saber muy bien qué esperar de cada clase. Aquí no solo hemos aprendido historia, lengua, física, latín o economía…hemos aprendido a hacer amigos, a respetar a los demás, a trabajar en grupo y a luchar por los objetivos que queríamos conseguir.

Pero no hemos llegado hasta este momento con las manos vacías. Han sido varios años de duro esfuerzo, de noches en vela, estrés, agobio… pero han sido al mismo tiempo unos años maravillosos en los que se nos ha dado la oportunidad de vivir muchísimas experiencias que no han hecho sino enriquecernos por dentro. Las excursiones culturales, la semana del ritmo, las actividades, los grupos de teatro y mediación, aquel maravilloso carnaval… (Que por cierto ganamos), los claveles que inundaron el instituto el día de San Valentín, los intercambios a Francia, a Alemania, la excursión a Teruel, el viaje de fin de curso a Barcelona… Todo esto y mucho más es lo que nos hemos llevado de estos seis años de instituto.

Todos estos pequeños retos que hemos ido superando día a día no habrían sido posibles sin la ayuda de unas personas muy especiales que nos han acompañado desde aquel septiembre de 2008 hasta hoy: los profesores. Profesores que no solo han sido profesores, que han sido amigos, compañeros de fatigas, maestros, tutores. Profesores que también tienen sueño los lunes por la mañana y que también quieren irse a su casa los viernes a última. Profesores que han reído e incluso llorado con nosotros y profesores a los que (no sabemos muy bien cómo) todavía les queda paciencia para seguir dando clase. Gracias, es lo único que podemos deciros a aquellos que habéis estado con nosotros en todo momento, que habéis traspasado la barrera de la autoridad y nos habéis tendido la mano, que nos habéis ofrecido vuestro consejo y vuestro apoyo. Gracias por eso, y sobre todo, por todos y cada uno de los pedacitos de conocimiento que nos habéis aportado durante todos estos años.

 El hecho de estar acabando segundo de bachillerato, nuestra etapa en el instituto y todo lo que eso conlleva nos hace preguntarnos ¿y ahora qué? Esa pregunta que se ha posado en nuestras mentes desde el inicio de este curso, que ha sido a la vez maravilloso y agotador, es inevitable. Después de estudiar aquí durante seis años, no solo hemos atesorado recuerdos, anécdotas…y algo de conocimiento. También hemos adquirido una rutina, nos hemos acostumbrado a los mismos horarios, las mismas caras, los mismos sitios, tanto que nos hemos instalado en una especie de comodidad donde apenas hay imprevistos. Ahora… ¿ahora qué?


Se abre ante nosotros una nueva etapa, una página en blanco, un lugar donde continuar escribiendo nuestra historia, un sitio donde poder convertirnos por fin en las personas que siempre hemos soñado ser. Por fin hoy podemos decir, que el final del camino, es también el principio.