De qué sirve, amiga
mía
Sentarte a escribir
poesía
A la luz de una vela
Si más allá de tus
fronteras
Y de los cristales
sucios de tu ventana
No te atreves a
respirar el aire
Que por las rendijas
se cuela
De qué sirve la
promesa de un libro
De abrigarte hasta el
amanecer
Si rehuyes asustada el contacto de otra piel
Si te dan miedo las
sábanas revueltas
Y las promesas que
sus ojos quieren hacer
Si te alimentas de la
atención que nunca recibes
Si en declive están sus miradas muertas
De qué sirve tu
talento
Tus relatos y tu
poesía
De qué sirve tu
narrativa
Tus discursos y tus
ideas vivas
De qué sirven tus
palabras
Si no te atreves,
amiga mía
A leerlas en voz alta
No hay comentarios:
Publicar un comentario