"Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás." René Descartes.

viernes, 1 de mayo de 2015

De novata

"Por fin hoy podemos decir que el final del camino es también el principio." Así terminaba aquel discurso de graduación de segundo de bachillerato que hace un año por estas fechas me aventuré a escribir para mi clase, aunque no a leer enfrente de decenas de personas (porque a pesar de que le he cogido el gusto a muchas cosas este año, hablar en público sigue sin ser mi fuerte).

Así le ponía el punto final a una etapa que ahora se me antoja curiosamente lejana. Pero aunque Sabina dice que "cuando al punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos" el amor se ha terminado, el amor por la vida no acaba nunca y la vida misma por ahora tampoco se detiene.
Mis dos puntos suspensivos son la universidad y el trabajo. Dos nuevos comienzos que abrieron de par en par las puertas de la edad adulta. Los primeros días soplaba mucho el viento y hacía un frío de la hostia.
Hoy el viento es brisa y a ratos brilla el sol, pero sigue dando miedo.

De novata he aprendido muchas cosas. Que se puede construir un grupo de amigos fantástico en tres meses y que las cosas a veces no son lo que parecen a primera vista. Que a veces te tropiezas con un modelo de amistad con el que nunca creías que podrías volver a tropezarte (Carmen, te quiero) y que te puede llevar por caminos que tú sola nunca habrías encontrado. Que mentir es un arte y decir la verdad todo un reto. Que atreverte a dar un pequeño paso puede desembocar en mil nuevas historias. En mil nuevas posibilidades. Que a veces golpes de suerte transforman pequeñas expectativas en grandes noches improvisadas. Que te puedes enamorar de quien no debes enamorarte, de la persona más inalcanzable y de la peor elección. Que un clavo siempre puede sacarse. Que siempre hay un lugar para regalar una flor. Que los hombres de traje (no los azul eléctrico, sino los trajes de verdad, esos oscuros que os quedan tan bien) con zapatos italianos y corbata son otro mundo. Que se nos cae la baba con ese mundo. Que hablar bien es todo un arte. Que se nos cae la baba con ese arte. Que comunicar es importante y que la palabra es un arma de cambio y de lucha. Que me da miedo. Que Huertas es un lugar fantástico para construir y destruir sueños. Que no me gusta demasiado la economía y que hay un lujo invisible en la base de cualquier evento al que asistimos, en las servilletas bien colocadas y en los cacahuetes y las patatas. Que hay ilustradores trabajando de mozos de almacén. Que poner copas puede ser divertido. Que los ricos no son siempre soberbios. Que con gente trabajadora se trabaja mejor. Que admitirte las cosas a ti mismo es a veces extremadamente difícil, pero que no sirve de nada seguir negando lo evidente. Que la sinceridad es un valor poco apreciado en esta sociedad y que crucificamos sin razón a aquellos que la llevan por bandera. Que sólo sé que no sé nada, y que los derepolistas intelectuales me gustan mucho, pero me minan la moral porque yo también quiero saber y no sé por dónde empezar. Que la niña y la mujer son la misma. Que la elegancia emana del interior de la persona y radica en su forma de comportarse. Que la sencillez es atractiva. Que el hecho de que estemos saliendo de la crisis se debe a que Mario Draghi está comprando deuda pública. Que mi bandera sigue siendo tricolor. Que mi corazón sigue estando a la izquierda. Que la sigo echando de menos. Que las muertes no se superan, sino que se aprende a convivir con el dolor. Que puedes hacer las paces con el pasado y que perdonarte a ti mismo es difícil, pero realizable. Que las amistades que son familia no se rompen a pesar del distanciamiento. Que sigo queriendo a Andrea como hace 15 años, cuando la conocí en nuestro primer día de infantil. Que me sigue dando pereza estudiar cualquier cosa que no sea filosofía. Que los libros siguen siendo mis mejores amigos. Que los chupitos de tequila no están tan mal. Que se me va el dinero en taxis a Sanse y que me muero por vivir en Madrid. 

Que para poder seguir caminando tienes que preguntarte a ti mismo ¿Qué haría si no tuviera miedo? Y que la respuesta que des entonces, es el camino a seguir.


Que puedo mentir en cualquier momento excepto cuando escribo.
Que sigo sin poder parar de poetizar la realidad.

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