Los escritores sólo plasmamos en el papel lo que no somos
capaces de decir con la voz. Sólo se puede conocer realmente a un escritor
leyendo lo que escribe, adentrándose en sus pensamientos más profundos,
apartando las cortinas de la retórica y descifrando entre líneas. El día que
descubrí que podía jugar con las palabras, mi pluma se convirtió en mi mejor
amiga y la melodía de mis historias en la banda sonora de todos los personajes
a los que he dado vida. Lo que siente un escritor por sus personajes es lo
mismo que siente un músico por una de sus canciones.
Los escritores y los músicos estamos todos malditos. El arte
nos mata y nos da la vida. Así como las palabras tienen que tener cierta
melodía para que sean agradables al oído, la música va acompañada de versos
salidos directamente del espíritu y la mente de los músicos. La música es
poesía, y la poesía no podría existir sin la música.
“Este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojala,
está ceniza no juega con fuego, este ciego no mira para atrás.”
Joaquín Sabina.
La música de un escritor es el crepitar de la leña al fuego,
el rasgueo de la púa sobre las cuerdas de la guitarra o una voz cuyo timbre
todavía suena en los recovecos del subconsciente. La imagen del otoño asomando
por la esquina de un libro, el olor del papel que lleva años en la estantería o
el repiqueteo de la lluvia de noviembre contra el cristal es la inspiración de
cada día. Nuestro aliento. Las curvas imposibles de la clave de sol, la luz de
las farolas cuando no nos vemos ni a nosotros mismos o la nube de vapor que se
escapa de nuestros labios en las mañanas de frío.
Todo eso es música. Y todo eso es inspiración.
Paula D.
Esto es muy bueno. ¡Qué buena forma de "escribir música"!. Me ha encantado, deberías escribir más!
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