En estos últimos días en los que nuestras vidas se han
convertido en un torbellino de apuntes, exámenes y medias, una de las pocas
maneras de escapar ese mundo ha sido la de leer. El libro que me ha acompañado
esta vez ha sido ‘Amantes y enemigos’ de Rosa Montero (para mi gusto, buenísima
escritora, se la recomiendo a cualquier persona
a la que le guste leer). No es mi intención hacer una reseña del libro,
pues este está compuesto por varios relatos cortos y la mayoría de ellos no
guardan relación entre sí. Sin embargo hay algo acerca de algunas de esas
historias que se repite. Un prototipo de personaje o una situación, mínimos
detalles que al final han acabado por colarse en mi subconsciente y se han
transformado en una reflexión, una duda que no deja de martillearme la cabeza.
Adultos. Adultos que viven solos, o en parejas. Adultos que
se han abandonado a la rutina de sus vidas, que se han dejado caer por el
agujero negro de la desidia y el conformismo. Adultos que ya no viven la vida
como antes, y que guardan recelosos en un cajón de la memoria los recuerdos de
los tiempos felices. Estos personajes, pintados por la autora de un gris
enfermizo, han aceptado la tristeza y la quietud de sus vidas con una facilidad
exasperante. Viven acunados por su rutina, se levantan, van al trabajo, comen,
charlan con algún compañero, llegan a casa, discuten con sus parejas y se
acuestan a oírse roncar mutuamente, esperando a que llegue el día siguiente y
el ciclo vuelva a comenzar.
En las vidas de esos personajes ya no hay sitio para la
rebeldía. El paso de los años les ha arrebatado la fuerza y la energía de la
juventud, y se dedican a habitar en su orden impoluto, donde nada ni nadie
puede alcanzarles. ¿Hasta dónde llega el conformismo del ser humano? ¿Por qué
esas personas, esos habitantes de la mediocridad grisácea del mundo actual no
rompen sus propios esquemas y echan a correr? ¿Qué tienen los maridos gordos y
vagos que echan la tarde sentados en el sofá o las tiranas cincuentonas de
carácter agrio con los que contrajeron matrimonio hace veinte años? ¿Qué es lo
que no les deja escapar? ¿El miedo a tener que empezar de cero? ¿El miedo a
tener que reinventarse?
¿Cómo, cuándo y sobre todo por qué dejan las personas de
luchar por vivir plenamente?
Paula D.
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