Que eras lo más importante de esta familia lo sabíamos todos. Era una de esas enseñanzas que ya vienen dadas y no se cuestionan, como que el sol sale cada día y que al pasado no se puede volver. Aun así, creo que ninguno de nosotros podía llegar a comprender lo que significabas para los demás. Habías anidado en nosotros de forma diferente, echando raíces con esa luz que siempre te acompañaba. Yo no puedo explicarle a nadie lo que eras para mí, pero creo que el abuelo se hacía una idea. A los dos días de morirte, cuando ya estábamos cansados de misas y sonrisas forzadas a extraños, me dijo: "A ti te ha pegado fuerte".
Le miré, sopesando mi dolor contra el suyo y casi sentí vergüenza. Yo había perdido una abuela. Él había perdido a su compañera de vida. Él había perdido los despertares, la paternidad compartida, las caricias, los rezos, la mermelada de melocotón, el té, los documentales de la 2, los partidos de tenis, los paseos por Madrid, la familia que habían construido juntos, los sueños, los debates, la esperanza. Él había perdido su mitad o, probablemente, más que eso. Tardé tres meses en verle derrumbarse mientras todos a su alrededor estábamos ya en el suelo.
"Como a todos" le respondí a media voz.
Negó con la cabeza y con esos ojos grises que habrían de estar teñidos de tristeza hasta el final.
"No, a ti te ha pegado fuerte"
No sé qué vio mi abuelo en aquellos días que siguieron a tu muerte. No sé si se ha desvanecido ya tu sombra en mis ojos o si por el contrario, seguirá conmigo para siempre.
Dicen que todos los artistas tienen su musa. Su fuente de inspiración inacabable. Tú eres la mía. Las palabras fluyen solas de la pluma a la hoja de papel, apenas rozando mi mente. A la luz de tu ausencia volvieron las palabras. Nada inspira tanto, ni con tanta rabia, como la pérdida.
Lo que más me duele es saber que ni me ves, ni me lees ni puedes escucharme. Me da pena que no sepas en quién se ha convertido tu nieta. Me da pena porque hay muchas cosas que quisiera contarte y muchas más que te preguntaría. Por la guerra, si recuerdas el sonido de las bombas o a qué olía la libertad que os habían quitado. Si no eras demasiado joven para casarte con la edad que tengo yo ahora. Te preguntaría por el dolor de una pérdida que tú también conoces. Te preguntaría por Dios.
Dicen que todos los artistas tienen su musa. Su fuente de inspiración inacabable. Tú eres la mía. Las palabras fluyen solas de la pluma a la hoja de papel, apenas rozando mi mente. A la luz de tu ausencia volvieron las palabras. Nada inspira tanto, ni con tanta rabia, como la pérdida.
Lo que más me duele es saber que ni me ves, ni me lees ni puedes escucharme. Me da pena que no sepas en quién se ha convertido tu nieta. Me da pena porque hay muchas cosas que quisiera contarte y muchas más que te preguntaría. Por la guerra, si recuerdas el sonido de las bombas o a qué olía la libertad que os habían quitado. Si no eras demasiado joven para casarte con la edad que tengo yo ahora. Te preguntaría por el dolor de una pérdida que tú también conoces. Te preguntaría por Dios.
Pero ahora ya solo habitas en el recuerdo, las palabras y alguna que otra lágrima ocasional. A veces cuando hay niebla en el camino y no se puede ver me pregunto, no ya que hubieras hecho tú, sino qué puedo hacer yo para que, de estar aquí, te sintieras orgullosa.
Te quiere,
Paula.